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En palabras de Goethe, "todo comienzo tiene su encanto", así que si es la primera vez que te sumerges en 'Yo Periodista' quizás seas partícipe del encanto de la profesión periodística desde la mirada de su autora. Si ya has visitado este blog, Yo Periodista intentará transmitirte ese encanto del comienzo....

lunes, 19 de noviembre de 2012

De distancias

Pollock y su familia 
Dos pasos hacia atrás.  Quizás tres, sí, mejor tres. Miro una vez más con los ojos bien abiertos. Respiro hondo. Torno los ojos. Pienso. Necesita pincelada de aquí y de allá, borrar esto y aquello, redondear los volúmenes, difuminar claroscuros, achicar pendientes... Y vaciar el alma.

Dicen los que saben de esto, los pintores y demás artistas, que a lo largo de la realización de cualquier obra conviene tomar distancia y mirar desde lejos, desde fuera. Es lógico. Pasan horas y horas delante de su cuadro, ensimismados en busca de la perfección de la misma, intentando crear su realidad interpretada desde la ventana, la suya propia, y olvidan incluso hasta mirarla. Están como alienados en su obra, -que diría Marx-. Por tanto conviene distanciarse, dejarla ahí, en reposo, pensarla y repensarla desde lejos, airearse en otras cosas y otros mundos distintos al tuyo propio, para cumplido un tiempo volver a ella con nuevos aires y nuevas luces.

 Que hay distancias necesarias, claro que sí: la distancia referida a mentalidades, pensamientos y sentimientos. Qué sería el mundo sin la existencia de mentalidades/miradas/actos distintas y distantes... No sería mundo ¿no? O tal vez demasiado aburrido, o quizás casi muerto en silencios obligados e impuestos, y no libre...
  Pero claro está, la distancia, como todo, debe tomarse en su justa medida. Porque dos amantes en la distancia por ejemplo idealizan el encuentro con el otro cada día y, llegado ese momento soñado esa espera se hace aún más almibarada, y "se cogen con más ganas", como decimos colegialmente  Pero  ¿y si se alarga demasiado esa distancia y esa espera?... La distancia entonces puede tornarse en nuestra contra y romper/ olvidar/ matar la relación de los dos subjetos objetos de mi ejemplo. Por ahí va esa frase y canción de: "la distancia hace el olvido", o no... O el resquemor in crecendo y de por vida, nos amarga y amarga,  y va minado esta vida que - vamos a otra canción- sólo se vive una vez, caramba. 
  Naturalmente, no hablo en este retal sólo de distancias físicas y a miles de kilómetros, que depende del crisol con que se mire pueden hasta ser beneficiosos, como en el caso de más arriba. Pero es que hay ocasiones, momentos y situaciones en la que dos sujetos/objetos están distantes y a años luz uno del otro, y sin embargo están sentados a diario codo con codo, viven puerta con puerta,  se cruzan por la calle miles de veces o incluso duermen en la misma cama. Son las que llamamos muy tristemente "distancias insalvables", esas que están la mayoría de las veces movidas por orgullos necios y absurdos. El orgullo, ese mal consejero de todas las relaciones interpersonales y que, a veces, sólo a veces, se acalla y se muere, si lo miramos de frente pero con la distancia idónea.  Y tal idoneidad sólo la sabemos definir cada uno y ahí el libro está en blanco y por escribir y podemos hacerlo o no desde nuestra perspectiva, desde nuestra postura a elegir, -a veces sentados de brazos cuzados, otras corriendo para el lado contrario o simplemente tendidos y a verlas venir-... Y nos llevamos toda la vida midiendo distancias absurdas, buscando cánones perfectos e idóneos que nos sirva a nosotros,  a los otros y a los de más allá, sin echar cuenta a que al final todo depende de las  "caunás", - ya sabéis, como decía algun torero, valiente de la vida: "ca' uno es ca' uno y ca' uno tiene sus caunás".

  Vuelta al comienzo: tal vez es hora de tomar cierta distancia para, pasado un tiempo volver a este cuadro de mi realidad interpretada;  tal vez traiga entonces en mi bolso pinceladas nuevas, llenas de fuerzas y aprehendidas de otros ojos, y de los míos propios en plena luz y sin miedos. O no...O tal vez siga perdida en esa distancia que trato - sin mucho éxito la verdad- de autoimponerme en muchas situaciones reales de mi mundo o en mis simples percepciones, qué más da.  Quién sabe,  y lo mejor, qué sé yo...

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