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En palabras de Goethe, "todo comienzo tiene su encanto", así que si es la primera vez que te sumerges en 'Yo Periodista' quizás seas partícipe del encanto de la profesión periodística desde la mirada de su autora. Si ya has visitado este blog, Yo Periodista intentará transmitirte ese encanto del comienzo....

miércoles, 21 de noviembre de 2012

Posos, posaderas y café

 Pablo Picasso - Mujer en el café
Cuando aquel rey de barbas blancas rizadas de aquel reino lejano, siempre lejano,  levantó su estilizado meñique al coger su taza y bebió ante todos de un gran sorbo su café mañanero, todos sus súbditos miraron absortos y expectantes. Mas cuando éste aplastó de golpe sus reales posaderas en su trono dorado y murió de pronto, toda su corte intentó durante largos años venideros descifrar aquellos posos reales de café donde según creían los sabios del reíno en ellos residía la razón de ese momento épico y quien lo descifrara o se acercara a su verdad se haría con la vara de mando, la corona y el reino.
Cafeomanía. Así se llama la "ciencia" o el arte de leer e interpretar los posos del café, un sabio oráculo utilizado ya en el siglo XVII y que puede hablarnos del pasado, descifrarnos el presente y aclarar nuestro futuro. Es decir, pasado, presente y futuro en un último sorbo y por tanto, toda la información vital para manejar  -y engañar también, por qué no- a nuestro antojo, ya sea una persona o un reino... O a lo que nos propongamos.

Porque ya se sabe, quien tiene la información tiene el poder, tanto para la defensa como para el ataque. No exagero, estamos en guerra preventiva continua y sumida en una constante desconfianza de todo el que tenemos al lado, por muy legal que se nos presente en esa "ingenuidad cándida" que algo enmascara y que de primeras no somos capaces de visualizar.  Y en los tiempos que vivimos, cada día están más negros esos posos: pasado, presente y futuro están sumidos en la incertidumbre más extrema, aunque hay quien claro está, tiene más información privilegiada y reservada por una simple cuestión de "amiguismos", "peloteos" y "caretas oportunas" a costa de lo que sea y de quien sea, entre otras estrategias. Y de ellos afloran todo tipo de artimañas ideadas con astucia - sucia-  para, de un sorbo, quedarse ya con lo último que nos queda, la última esperanza o al menos la única que somos capaces de ver en ese momento; ese clavo ardiendo que nos quema y nos quema, pero que es el único que puede salvarnos del hielo. 

Sí, en tiempos de crisis todo vale. Sí, en tiempos de crisis y de guerra, nos peleamos y enjuiciamos a "amigos", "compañeros" y hasta "familia"  por esos posos que nos han dejado otros, -los  poderosos venidos a menos-, una sarta de cafés aguados y llenos de zurrapa en el asiento. 

Es la hora. Es la hora del café, y no precisamente de echar un cafelito de buena mañana  en un kit-kat en la oficina o entre risas a media tarde como si nada ocurriera. Es hora de pelear y sacar las uñas si hace falta por lo que merecemos, desmerecemos, tenemos y damos, pero no voy a ganar esta batalla o guerra pisoteando los cuerpos que agonizan en el asfalto. El juego limpio, siempre, por convicción, aunque yo sea  la que caiga en la primera reyerta. Y los posos de este café, -querido/a- te los puedes meter por tus "reales" posaderas...

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